Realizando Ando

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Al andar por la ciudad, uno puede ver las cosas desde distintas perspectivas o puntos de vista y, por ende, hay un modo de contemplar el entorno por cada persona y es lo que nos hace creativos y diferentes unos de otros

jueves, 1 de noviembre de 2007

Mitos Urbanos Bogotá


Si las casas de la Candelaria hablaran nos contarían tantas cosas… Hablarían de virreyes, que aún recorren las antiguas casas coloniales; de sombras misteriosas, cuyos pasos atraviesan la soledad de la noche. Sus relatos estarían llenos de murmullos que se entretejen en medio de balcones y de escalinatas de madera, que crujen al paso de un fantasma. Hablarían de ilustres caballeros de fina armadura que arrastran sus cadenas por las adoquinadas calles o de seres malévolos del más allá que, con el correr de los años, se convirtieron en unos habitantes más del centro histórico.

Tal como sucedió hace algunos años en una casona de la carrera Cuarta, donde alguna vez vivió el virrey Juan Sámano: “Era la casa del señor Camargo, un tipógrafo que dejó a su esposa a cambio de una amante. Allí permanecía un espíritu que le hacía daño al señor Camargo. Él se dedicaba a trabajos muy costosos y el fantasma, al que llamaba Irene, le destrozaba todo en la noche. Con el tiempo, Camargo se acostumbró a su compañía y muchos lo oían hablar aparentemente solo en las noches, pidiéndole a Irene que lo dejara trabajar en paz,” cuenta doña Nina Salcedo, una ama de casa apasionada de los fantasmas, gracias a las historias que narraban sus abuelos.

Historias que ella también ha transmitido a las nuevas generaciones, como la de la noche en que se atrevió a convocar al fantasma de Irene: “En diciembre acostumbrábamos bajar a la iglesia de San Francisco, a eso de las 4 de la mañana. Una vez pasamos por la casa del señor Camargo y oímos que destrozaban resmas de papel. Yo les dije “Oigan cómo Irene acaba con la tipografía.” Nos acercamos a la puerta, nos recorrió un gran escalofrío y vimos una luz que se reflejó en el andén. Nunca había sentido tanto temor. La verdad, pies me hicieron falta, y en una sola carrera llegué a la carrera Séptima”.

Algunos dicen que es un virrey, de pantalón corto, medias de seda, zapatos con hebilla de plata y peluca empolvada. Ronda por la fundación Alzate Avendaño. Se dice que es el Fantasma de la Casaca Verde o el mismo virrey Espeleta que se hace presente, y que a veces logra que los libros de la biblioteca se muevan.

Extraños movimientos y pasos que han sentido los vigilantes, como lo señala Paul Beltrán, quien re cuerda la madrugada cuando estaba leyendo, y desde el salón nuevo escuchó pasos que hicieron crujir la madera y caer arena sobre las hojas del libro. A veces se abrían las llaves de la pileta o se encendían las luces.

Unas cuadras abajo, por los lados de la calle del Palomar del Príncipe, se habla de unos fantasmas juguetones. Son un par de gemelos y hacen parte del inventario de la Corporación la Candelaria. Miguel Villamizar, arquitecto, comenta que se trata de unos niños que hacen una ronda a las 12 de la noche junto a la pila.

“Los fantasmas” —según Villamizar— “son imágenes que se originan a partir de creencias, visiones y temores de la gente. Estas casas infunden temor en las noches, por lo grandes y frías. Pero, básicamente, son un complemento para la atracción del turismo de la gente curiosa y de los habitantes del sector.”

Pero no sólo las personas mayores de la Candelaria hablan de fantasmas. Éste también es un tema de jóvenes. Como sucede con Leonardo Giraldo quien, a pesar de haber hecho todo lo posible, nunca ha logrado ver al fantasma que ronda por la calle del Embudo. “Dicen que todos los meses que tienen 31 días aparece un muchacho, con una sotana blanca, leyendo la Biblia y arrastrando unas cadenas. Otros hablan de el Caballero del Chorro de Que-vedo, que sale con su armadura y sobre un caballo negro. Claro que esto lo ven más que todo los hippies que andan en su cuento,” afirma el joven con una sonrisa.

Y es que si las casas de la Candelaria hablaran nos contarían, por ejemplo, de la leyenda de La Mula Herrada, que describe Jorge Bayona Posada en su libro Los fantasmas de Bogotá y que narra que “en avanzadas horas de la noche se oía el galope de una cabalgadura que iba de la calle de Piedra (Calle 6ª, entre carreras 5ª y 6ª) a un sitio cercano a la iglesia de las Nieves. Las personas que, venciendo la pereza o el miedo, se asomaban tímidamente a la ventana, veían que se trataba de una mula sin jinete, que corría por el centro de la vía, arrancando chispas a las piedras del pavimento con el choque de sus herraduras.

Una mañana, los vecinos de la ermita de Belén quedaron abismados al correr la noticia de haber sido encontrada muerta, en el fondo de un solar, una vieja mujer, muy conocida anteriormente en la ciudad por su oficio celestinesco, pero quien desde hacía largos meses había desaparecido. Lo raro del caso era que el cadáver tenía fuertemente claveteadas en las manos y en los pies unas gastadas herraduras que no fue posible arrancar. Desde ese entonces, el trote nocturno de la mula nunca más se volvió a escuchar…

Desde! Bachué, la diosa de la fertilidad de los chibchas que, según la leyenda, emergió como madre del género humano de la laguna de Iguaque para construir la primera choza, hasta los duendes que supuestamente habitan en los recién recuperados humedales; el Venado de oro, que habrían escondido los muiscas en el siglo XVI en una cueva del cerro de Guadalupe, hasta las leyendas sobre personajes como el asesinado dirigente del M-19 Carlos Pizarro y la fallecida poetisa María Mercedes Carranza, Bogotá pero, sobre todo, el centro de esta capital, continúa siendo territorio fértil para lo fantástico y lo mágico. "Gracias por los favores recibidos", rezan varias losas de agradecimiento colocadas sobre la tumba 'milagrosa' de Pizarro, en el Cementerio Central en la calle 26, mientras unas cuadras al oriente, en la carrera cuarta, algunos creen haber visto a María Mercedes caminando, pensativa, por las calles de La Macarena, donde residió.

Por esas y otras razones podría asegurarse que, en el Centro, más que en ningún otro lugar de Bogotá, se cumple un verso de Mario Benedetti: "...cada kilómetro es un cielo distinto..." (2). Tal vez por eso, también funciona allí una oficina de sueños que, además de facilitar el desarrollo de proyectos culturales, revive cada día de la semana, en múltiples programas y con la participación de actores, historias de fantasmas y de aparecidos, de casos sin resolver, de escritores o pintores fallecidos, o de! amores centenarios, que se fortalecieron, como mitos o leyendas, en La Candelaria.

El fantasma de José Raimundo Russi, un abogado que vivió en el siglo XIX en la carrera 2. con calle 10., frente a la Universidad de La Salle y que es recordado como un hombre pobre pero bueno, que siempre ayudó a los necesitados, es otro que se revive en cada recorrido de fantasmas y aparecidos. Algunos bogotanos afirman que Russi continúa deambulando por la Plaza de Bolívar, donde fue fusilado el 18 de julio de 1851 por un asesinato y un robo que no cometió. Otros, como el comerciante Juan González (4), de unos 70 años, le dejan agua "para ayudarlo en su desvelo y para que me ayude en los pedidos que le hago", dice.

Por muchos años hemos oído hablar de la devoción como una forma de agradecimiento que tienen las personas frente a santos o personajes significativos que han muerto, quienes les han hecho favores que han marcado o dependido la vida de muchos. Una cuestión de fe, que para los fieles es un milagro que Dios les hace utilizándolos como intermediario, pero para otros, algo insólito; imposible de creerle a alguien que ya murió o a una simple estatua.

Sin embargo, para un gran numero de creyentes en estos misterios, existe una persona que nos escucha atentamente, a cualquier hora del día, pero si quieres que te escuche mucho mas cerca, es importante que hagas las suplicas a su oído, especialmente todos los lunes empezando la semana, para que te vaya bien en todas las cosas.

Este personaje, llamado LEO SIEGGFRIED KOOP, un Alemán, nacido en Offenbach el 14 de Agosto de 1858, fue uno de los fundadores de Bavaria que contribuyo bastante al progreso de la empresa, según algunos de los que fueron sus empleados, “un muy buen patrón que se preocupaba por los pobres y por las personas que de una manera u otra necesitaban una ayuda económica”. Murió en Colombia el 15 de septiembre de 1927 y fue enterrado en el famosísimo cementerio central de Bogota.

Los restos de este personaje, con los de su esposa, Mary Castello de Koop, sus familiares Juanita Koop y Ana Uribe, permanecen cerca, cuyo centro es adornado por una estatua de bronce de un hombre sentado sobre una silla donde a diario, se reúne un grupo de personas, que en coro armonioso, suplican desde hace varios años a Dios, que el den el descanso eterno, acompañado de una larga fila de espera, para subir hacia la estatua, acercársele al oído y pedirle rápidamente favores, dejándole como una forma de agradecimiento, un pequeño ramo de flores sobre sus manos.

Es imprescindible como este personaje se ha vuelto tan importante, mas importante que sus vecinos de tumba, como lo son, el general Rafael Reyes, Laureano Gómez, Jorge Holguín, Manuel Briceño, Alfonso López Pumarejo y Luis Carlos Galán, quienes fueron publico e importantes para Colombia. Koop, para Adriana González, una enfermera que trabaja en Bavaria, se ha convertido en una fuente de fe de milagros para su familia, que desde hace cuatro años ha crecido constantemente por los favores que ha recibido de el.



Ella viene durante dos mese seguidos, cada lunes, a rezarle la novena con su familia que llegado a creer bastante, después del favor recibido por su esposo, que desde hace 10 meses se encontraba sin trabajo, y gracias a la sensibilidad del oído de Koop, pudo tener un mejor trabajo que ante. Su fe en el, es un alimentado por sus vecinos y compañeros de trabajo que dan su devoción completa, por la suerte que han encontrado en los chancees, loterías, rifas, por los trabajos obtenidos y sanidades de personas cercanas a ellas.

Adriana, su esposo Carlos, y su suegra Maria, aseguran que la tumba de Koop es una de las tumbas mas visitadas por los feligreses, que a diario aumentan. Para ellos, su fuente de fe y esperanza , y la luz de Dios, que nunca de desvanecerá.

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